Comencemos
por aclarar que la nueva acepción tiene su origen en el inglés post-truth y fue
declarada palabra del año 2016 por el prestigioso diccionario Oxford luego que
David Roberts (1) la usara para referirse a los políticos que negaban el
fenómeno del cambio climático, pese a toda la evidencia existente.
A
diario encontramos ejemplos de esta práctica en la que muchos identifican una intensión,
maligna si se quiere, con intentos permanentes para redirigir nuestro
pensamiento, nuestras creencias y nuestras decisiones desde una realidad
relativa de datos parciales, interpretaciones o falsedades.
La mecánica de la posverdad
Como
seres humanos estamos llenos de sueños, expectativas y por lo mismo miedos, es
algo que sabemos todos, es tan sencillo de concluir que además cualquiera puede
pretender sacar provecho de ello. De hecho lo hacemos desde siempre en todos
los ámbitos de la convivencia humana.
Nuestro
miedo puede ser potencializado fácilmente desde afuera, de manera intencional y
como dijimos con un propósito, en busca de una reacción que se fundamenta en algún
momento en la credibilidad en la fuente o emisor.
Pero
en el caso de las redes sociales esa credibilidad dejó de ser indispensable, y
las mentiras han sido aceptadas como verdades a manera de solidaridad con
comunidades con las que hay identificación y de las que se anhela reconocimiento.
Es clara además la sobrevaloración de la opinión por sobre el hecho mismo (2).
Y
de ello pasamos a lo que Francis Fernández (Posverdad
y la Estupidez Humana, 2017) llama la “física estupidez” de repetir sin
importar la fuente solo porque hay una coincidencia respecto al objetivo hacia
quien va dirigido el ataque.
Posverdad y política
Para
hablar sobre las mentiras, Soledad Gallego-Díaz (La Era de la Polìtica Posverdad, 2017) manifiesta que no cabe duda
de que los políticos han tenido siempre una relación peculiar con la verdad.
Pero una cosa es exagerar u ocultar, y otra, mentir descarada y continuadamente
sobre los hechos.
Ya
no se trata solo del actuar particular de un personaje, sino de una táctica
establecida y generalizada para relacionarse con los ciudadanos, en la que no
es relevante si lo que se dice y reafirma es una mentira total.
La
negación absoluta de los hechos, de los datos y de la evidencia, sin la menor
precaución ni decencia, está a la orden del día en conferencias de prensa, apariciones
públicas y discursos oficiales. Añade Francis Fernández (2017) que filósofos
como Nietzsche palidecerían ante tales abusos en el manejo de la verdad.
Si
nos preguntamos por qué los ciudadanos no reaccionan ante esas mentiras, vemos
que de tiempo atrás dejaron de formar su propia opinión, dejaron de reunir
datos, sacar conclusiones y elegir en consecuencia.
Al
contrario hoy las personas eligen primero una tribu, y después adoptan los
principios de esa tribu; finalmente eligen creer solo en aquellos datos que
apoyan esas posiciones, despreciando todo los demás.
Además
el antiguo papel de los expertos, generadores de opinión, se vino a menos luego
de tomar partido en episodios del pasado por los que quedaron matriculados en
uno u otro bando.
Ante
la imposibilidad de acudir a la reflexión de las audiencias, algunos medios,
pocos, han optado por saltarse el paso del análisis o del experto. Soledad
Gallego-Díaz (2017) recuerda el caso del The New York Times que recientemente tituló en primera página: “Trump es un mentiroso”.
Su
director explicó que “No se trata de decir a la gente lo que debe pensar, se
trata de decir quién miente”.
Pero
no solo la política hace uso de la posverdad; el sistema económico tolera
comportamientos no éticos, afirma Christian Felber (3).
La tecnología como herramienta de posverdad.
Podemos
pensar que el uso que se le da hoy está lejos de aquello que potencialmente nos
ofrecía la tecnología en su evolución hacia el web 3.0 y la era conversacional.
Tal
vez cabe preguntarnos dónde está la integración, aceptación, oportunidad y
libre expresión entre otras grandes ventajas de ser visibles y reconocidos en
el mundo virtual, cuando las mentiras parecen tomar el poder.
Pero
ni las mentiras ni su intención son un invento reciente, desde antes de
Goebbels y después de él, existen verdaderos maestros de la calumnia que
parecieran enmarcar sus palabras y actos en la máxima de “mentir, mentir,
mentir, que de la mentira algo queda”(4); la novedad está en el uso de la
tecnología y la direccionalidad para lograr un efecto mayor.
Tras
las elecciones en los Estados Unidos, similar a lo que pasó en Colombia con el
No al Referendo, se conocieron estudios sobre la publicación de noticias falsas
(“bulos”) y cómo su efecto tuvo un impacto relativo mayor que las noticias
reales de medios masivos; así lo describe Carmen Fernández en su columna La Rebelión de las Masas (2017)(5).
Pero
además se requiere tener claro que el conocimiento en el manejo de nuevas tecnologías
no represente en sí mismo una formación sobre el manejo adecuado de las
informaciones; no por tener acceso a todas las tecnologías, los usuarios
desarrollan automáticamente el criterio para el manejo de la información a la
que tiene acceso.
Ello
ha sucedido con los ciudadanos que comienzan a asimilar lo que ven en las
pantallas de las redes con las pantallas de titulares de los medios masivos en
los que creían y dan por hecho lo que ven titulado, graficado y diagramado.
Recientemente
la UNESCO publicó una guía de 5 leyes sobre la información mediática (Media and Information Literacy) y la
quinta ley advierte que la alfabetización mediática e informacional no es
inmediata, sino un proceso y una experiencia dinámica (6).
La posverdad y la
duda.
Si
lográramos despojarnos de las vestiduras de unos y otros lograríamos ir más allá
para preguntarnos primero de dónde surge tal diferencia sobre lo que unos y
otros consideran verdad y en segundo lugar, de qué forma, en lo
individual, soy participe de la
posverdad. Si fuera el caso, llamar a una respiración profunda y a la reflexión
personal.
Al
contrario, solemos enceguecernos con el enfrentamiento cargado de odios
profundos, descalificación, y toda esa manifestación de la más profunda
frustración en numerosos contenidos de las redes.
Es
como si al tener la primera oportunidad muchos usuarios de la tecnología se han
dado a la tarea de descargar lo acumulado de tiempo atrás, cuando vivían de
alguna manera apabullados por un sistema en el que no tenían voz, y no podían
participar.
Pueda
ser que la explicación a la posverdad sea más sencilla de lo que creemos y
surja de una mirada a nosotros mismos para preguntarnos si mi verdad debe ser
la verdad de los demás y si de hecho, es más que un prejuicio formado de las
verdades a medias de otros, o de las informaciones incompletas de medios masivos
y, sobre todo, la falta de una pizca de duda sobre mi propia verdad.
El concepto de control frente a la posverdad
Atrincherados
en discursos manidos de la libertad absoluta de prensa incluso por encima de la
verdad misma, los medios rechazan reiteradamente las más mínimas, casi tímidas
observaciones a su proceder y que se hacen desde diversos ámbitos.
Pero
la posverdad es una realidad y aunque organizaciones internacionales
reconocidas han lanzado alertas concretas sobre la importancia de asumir
responsabilidades y respetar éticas en la labor de publicación y distribución
de contenidos, no existen propuestas estructuradas para llevar la
responsabilidad al origen: el usuario.
Sin
duda el papel de los medios es necesario como el intermediario que se ocupe de
verificar la información, las cifras, los hechos, pero sin medias tintas, ni al
acomodo delos hechos según el interés político y económico de sus propietarios.
Cuando
recordamos los numerosos episodios de medios utilizados como arma política y de
propaganda por los grupos de poder, no es casualidad su pérdida de credibilidad
ni que hoy el 70% de los latinoamericanos se informe hoy a través de redes
sociales. (www.youtube.com/watch?v=XS4gU4nPWRQ)
Increíblemente
algunas de las recomendaciones a los medios incluyen algo tan básico del
periodismo e inherente a la labor como divulgar la procedencia de la
información y realizar una verificación de contenidos.
“En uno de los capítulos de la serie británica Black
Mirror se recuerda a un atribulado primer ministro inglés que internet no tiene
reglas. No: las reglas deberíamos tenerlas nosotros antes de compartir
información”(7).
MAYOR INFORMACIÓN EN NUESTRAS REDES SOCIALES
Facebook:
Twitter
LinkedIn
URL-grafia
FERNÁNDEZ,
Francis. (01.2017). Posverdad, estupidez
humana. La Soportable Levedad. http://www.elindependientedegranada.es/blog/posverdad-estupidez-humana
GÓMEZ,
Jairo. .(01/2017). Posverdad. Revista
semana. Obtenido de: http://www.semana.com/opinion/articulo/posverdad-opinion-de-jairo-gomez/512444
FERNÁNDEZ, Carmen Beatríz. (02.2017). La Rebelión de las Masas 2.0 @carmenbeat
Obtenido de: La Tribuna, http://www.elespanol.com/opinion/tribunas/20170220/195350464_12.html
GALLEGO-DÍAZ, Soledad. (01/2017). La Era de la Política Posverdad. Punto
de Observación Obtenido de: http://elpais.com/elpais/2016/09/23/opinion/1474647422_293415.html
ROCA, José Luis.(Actualizado
27/02/2017) CET MADRID, 27 Feb. (Europa Press) Obtenido de: http://www.europapress.es/sociedad/noticia-christian-felber-sistema-economico-actual-perverso-beneficia-comportamientos-no-eticos-20170227131435.html
Libertad de Información (02, 2017) Contra la Posverdad:
10 fórmulas para hacer frente a las noticias falsas
Video
Osain Álvarez. (3/06/2013). Sombras de Libertad (Cine y Animaciones)
Licencia estándar de YouTube. www.youtube.comwatch?v=XS4gU4nPWRQ
Referencias
(1) ROBERTS, David. Bloguero contemporàneo uso el concepto “posverdad” en una columna para la revista
electrónica Grist el 1 de abril de 2010, donde la definió como "una
cultura política”.
(2) Conclusiones. (03/2017)
Conversatorio sobre Posverdad. Diario El Tiempo.
(3) FELBER, Christian. (1972
Austria) Profesor de economía especialistas
en economía sostenible y alternativas para los mercados financieros. Desarrollo
el modelo económico denominado Economía del bien común.
(4) GOEBBELS, Joseph. 1897-1945) Berlín
Alemania. Ministro de la ilustración publica y propaganda del Tercer Reich
(1933-1945).
(5) FERNÁNDEZ, Carmen Beatríz. Es
presidenta de la consultora DataStrategia y profesora invitada en la
Universidad de Navarra.
(6) UNESCO. Las cinco leyes sobre la
Alfabetización mediática e informacional (MIL) https://universoabierto.org/2017/02/22/las-cinco-leyes-sobre-la-alfabetizacion-mediatica-e-informacional-mil-de-la-unesco/
(7) (03/2017) ¿Lo difamé con un click?
Usted tiene la culpa por existir. http://okupo.mx/lo-difame-click-usted-la-culpa-existir