La creación de valor a largo plazo, la mejor herramienta para que las empresas superen la crisis

- Los peligros del cortoplacismo
- Los nuevos modelos de gestión sostenible recomiendan poner el acento en la maximización del valor futuro.


Beatriz Lorenzo.- Se persiguen con saña los resultados inmediatos, alcanzar los bonus, cumplir con las valoraciones de los analistas…cueste lo que cueste. El cortoplacismo es el pan de cada día del mundo empresarial, un escenario donde la filosofía del “tente mientras cobro” y un modelo de negocio despiadado y voraz han hecho estragos a la hora de enfrentarse –y resistir- a la crisis económica.

Sin duda ha llegado la hora de dar una radical vuelta de tuerca a los modelos de gestión tradicionales, afianzarse en las herramientas de la responsabilidad social corporativa- transparencia, buen gobierno, respeto medioambiental y social, comunicación fluída- y optar por el trabajo constante y los proyectos a largo plazo que conformen los cimientos de nuevas construcciones más sólidas.

En un informe de este mes de septiembre, el Instituto Aspen, que trata con sus opiniones de influir en los líderes políticos para obtener una mayor concienciación social, se ha mostrado favorable a esta nueva corriente pidiendo a las empresas que se apoyen en un nuevo modelo de desarrollo sostenible a largo plazo, en lugar de en los esquemas cortoplacistas a los que están acostumbradas.

Probablemente para las compañías no resulte sencillo abandonar sus antiguos-y obsoletos-modelos de negocio en pro de una gestión más pausada y exenta de beneficios o resultados inmediatos. Ahora mismo el acento debe ponerse en la maximización del valor futuro, en lugar del efímero beneficio actual, proporcionando al mismo tiempo a la comunidad de stakeholders una información transparente y adecuada para su toma de decisiones.

En el informe del Instituto Aspen, titulado “Superar el Cortoplacismo: Una llamada para un enfoque más responsable en la Inversión y Gestión de Empresas”, destaca la comunicación como clave del éxito de la relación a largo plazo entre empresas e inversores, así como la plena integración en la compañía de las cuestiones ASG (ambientales, sociales y de buen gobierno).

La superación del cortoplacismo se centra la atención en gran medida en el papel de los inversores institucionales, y que incentivar a los inversores, fidelizándolos, es el mejor modo de adoptar una estrategia a largo plazo. Así pues, el informe hace recomendaciones tales como mejorar las responsabilidades fiduciarias por parte de los intermediarios financieros y una mayor transparencia en la información al inversor, una figura que va adquiriendo cada vez un papel más sustancial.

EL DESPERTAR DE LA RSC

El resultado de la aplicación de estas novedosas medidas sería la “resurrección” de la RSC en las compañías, algo realmente necesario teniendo en cuenta que esta herramienta ha estado sumida en una especie de letargo, hibernando por causa de las visiones cortoplacistas y el afán de satisfacer a los accionistas frente a los demás grupos de interés.

El departamento de RSC de las empresas ha de ser potente e independiente, no estar supeditado, como ocurre en ocasiones a los de marketing o comunicación, pese a que es evidente que la responsabilidad corporativa no es una herramienta de publicidad.

La sostenibilidad medioambiental es otra de las grandes perjudicadas por el modelo de negocio cortoplacista. La progresiva concentración de CO2 en la atmósfera, la reducción de las zonas boscosas o la sobreexplotación de los caladeros son buenos ejemplos de esto, a la par que se acentúa el crecimiento económico basado en un uso intensivo de la energía.

Para dar a la RSC el definitivo empujón que viene necesitando, muchos son- incluida la ONU- los que abogan por la “obligatoriedad” o “ legalidad” de la responsabilidad corporativa, frente a la voluntariedad que la caracterizaba hasta la fecha.

Para ello sería necesaria una estructura internacional que actuase como marco integrador y un sistema económico que integre plenamente la RSC, con lo cual el Estado debería asegurar que las empresas cumplen con las normas a través de una visión multidimensional que tendría en cuenta los efectos generados por las compañías sobre la sociedad que las rodea.

CREAR VALOR A LARGO PLAZO PARA SUPERAR LA CRISIS

La mala costumbre de utilizar soluciones a largo plazo para problemas de largo recorrido es una vía pésima para salir de la actual crisis económica, una situación delicada que requiere del máximo cuidado y atención para gestionarla con éxito.

Así, en vez de recortar gastos reduciendo los programas de formación y reciclaje de las plantillas, las empresas deberían conservarlos y hasta incrementarlos, siendo ésta la forma más lógica de lograr que su personal esté bien preparado para la próxima regeneración económica.

El cortoplacismo se reviste de distintas formas para actuar, muchas de ellas, alimentadas por la filosofía empresarial o política de moda, para, pasando desapercibido o disfrazado de acciones o políticas correctas sumergirnos a nosotros, a nuestras empresas y a nuestros países en la crisis o en la derrota.

Y es que el envejecimiento de la fuerza laboral europea es un hecho irrefrenable: durante los próximos 50 años, todos los países industrializados vivirán un drástico aumento del porcentaje de jubilados y al mismo tiempo, se experimentará un agudo descenso del porcentaje de personas en primera edad laboral. Se calcula que hacia 2020 las personas mayores de 40 años serán mayoría en Europa.

Sabido esto, lo lógico sería que el crecimiento económico bebiese de u aumento de la productividad obtenido a través de la inversión en capital humano y físico, que actualmente se está descuidando demasiado. Una más de las garrafales consecuencias que pensar sólo a corto plazo puede traer para el rendimiento empresarial.

No sólo en la gestión empresarial supone una lacra el cortoplacismo. Los mismos efectos contraproducentes se pueden ver en ámbitos tan dispares como el plano deportivo (equipos que juegan atendiendo al marcador) académico (alumnos que estudian por la nota) y sobre todo político (gobernar para obtener primeras planas favorables o resultados positivos en las encuestas en vez de para contribuir a la mejor del país).

Así pues, evitar el cortoplacismo requiere de un fuerte ejercicio de voluntad y de la capacidad de discernir lo urgente de lo importante. Una tarea que sin duda las empresas deben acometer con fuerza para superar la crisis económica y florecer tras ella.